EL CASAMIENTO DE LAUCHA de
Roberto Payró
por Patricio Zapata
Si
hablamos de una obra que se precie de mostrarnos lo que realmente es
un pícaro, definirse como pícaro y no morir en el intento, esta es
la obra buscada. Payró configura un personaje absolutamente
entrañable y querible al cual el lector aprecia y es cómplice de
sus miserias. Sin embargo, todos sabemos en nuestro interior que si
ese mismo personaje existiera en la vida “real” sería
absolutamente repudiable en su accionar cotidiano. Payró introduce
la novela diciendo: “El nombre de Laucha – apodo y no apellido-
le sentaba de maravillas”, clara confirmación de una obra que nos
hará deleitar la figura de un personaje definitivamente hilarante y
socarrón que no nos dejará descansar ni un minuto con pícaras
aventuras para luego pasar al propio relato del mismo en donde
exacerba su condición de “vago” sin definirse como tal pero
jugando con ciertas características similares. Recordemos que
Roberto Payró Nace en Mercedes y a los 10 años de vida, por
problemas familiares se muda junto a su familia a bahía Blanca en
donde prosigue su vida, su Pago Chico es aquella Bahía renombrada en
donde coloca la mayoría de las aventuras de sus personajes. Sin ir
más lejos, Laucha termina su viaje en la hacienda de Doña
Carolina…en Pago Chico, lugar donde se concentra lo peor de las
costumbres argentinas; donde vive en estado puro aquello que ha sido
llamado la política criolla, y
donde Laucha puede sobrevivir sin deslomarse, como corresponde a su
condición de indolente arratonado.
El
escritor Pablo Ansolabehere, en el prólogo de la edición de 2001
dice: “Con El casamiento de Laucha
Payró recupera uno de los rasgos que definen a la literatura
gauchesca: darle la voz al otro social para que cuente su historia”.
Si bien es debatible que esta novela pertenezca a este género, es
cierto que permite que una figura como Laucha pueda levantar su voz y
contar su propia experiencia de vida, sin que nadie lo juzgue.
Esta
obra, la elegí para presentarla a los alumnos en la cosmovisión
humorística y así poder disfrutar un rato de una obra, que al ser
una novela corta es muy llevadera y factible de sonrisas cómplices
en todos los actos del personaje. Su lengua coloquial nos transporta
a ser testigos de un momento de cotidianidad de un personaje que
intenta sobrevivir como puede nunca dejando de ser un Laucha
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